sábado, 26 de mayo de 2012

Invicto



Hace casi un mes que empezaron los Playoffs y la batalla continua. Los más fuertes se imponen a los débiles, y, sea justo o no, la fría competición se encarga de apearlos del camino de la gloria uno a uno. No importa su rendimiento en la presente o pasada temporada, importa el aquí y el ahora, y tanto Chicago (mejor récord de la regular season), como Dallas (vigentes campeones), ya han caído.
Los osos han recibido un zarpazo inesperado y los focos del Staples dejarán de iluminar a más estrellas esta temporada. Los Playoffs son tan exigentes y egoístas que sólo les importa lo que haces en ellos.

Los Playoffs son territorio corrosivo, y en él el desgaste es enorme. Las heridas que han causado a algunos equipos han sido mortíferas (Chicago). Otros, aunque tocados, resisten (Miami/Boston), mientras que a los caídos les quedaran cicatrices que no desaparecerán (Lakers), o una experiencia, la del sofocante ambiente que ahí se respira (Indiana/Clippers).

Pero por encima de esas batallas se erige un púgil invicto. Un noqueador insensible a los golpes del rival, que aún no ha sido tumbado y que imprime un ritmo de golpes imposible de aguantar por el contrario. Hablo de San Antonio.

El gigante de Texas ha aprovechado el lockout para despertar, y esta aplastando a cualquier rival que se interponga en su camino. Lleva los mismos harapos de siempre, pero este año tiene las piernas más frescas, descansadas y jóvenes.

Los Spurs nunca han sido un referente de juego espectacular, rápido o vistoso. Pero el encorsetado juego de Gregg Popovich parece haberse aflojado con los años. El rigor táctico que antaño exigía en ataque maniataba a dos talentos espontáneos como Parker y Ginobili haciéndolos más previsibles, más terrenales. La cierta liberación que Popovich aprendió a darles benefició a los Spurs.
Dos elecciones tardías (Tony Parker 28º , Manu Ginobili 57º) formaron junto a Duncan una dinastía.

Este dato es muy útil para apreciar la mejora en anotación que obtuvo San Antonio como resultado a la controlada libertad que Popovich les dio. Fijaos:

Temporada           Puntos por partido

2002-03                              95.8

2004-05                              96.2

2006-07                              98.5


Su media de puntos ha ido in crecendo año tras año hasta llegar a los 103.7 puntos que promedia en la presente temporada, 8 puntos de diferencia respecto a la 2002-03. Los Spurs han sido el segundo mejor equipo de la liga en anotación, sólo superados por Denver. Pero, a diferencia de los Nuggets, el número de puntos que permiten al rival es mucho menor, concretamente 96.5 .
Sin duda, los Spurs practican un juego mucho más vistoso que la mayoría de equipos del Este, pues 6 de sus 8 clasificados no llegan ni a los 90 puntos por encuentro en Playoffs mientras que los Spurs tienen una media de 102.5 .

San Antonio está siendo un rodillo con sus rivales y, pese a quien pese, es el equipo más anotador que queda en liza.
En las tres temporadas aquí mencionadas fueron campeones, y lo fueron con el mismo tridente que tienen ahora. Son más viejos, pero no lo parecen.

A la vieja maquinaria de siempre han engranado a un par de jóvenes con talento y sacrificio que se han adaptado a la perfección al exigente sistema (en especial para los novatos) de Popovich, y han repescado jugadores que otros equipos ningunearon, como Stephen Jackson o Boris Diaw. San Antonio tiene una profundidad de banquillo envidiable, el arsenal más extenso y variado de la competición. Por eso están invictos.

Pero el próximo aspirante tiene mucha hambre. El contrincante con el que se van a enfrentar ha vencido en primera ronda al vigente campeón y en segunda al anterior. Ahora el mata-gigantes quiere acabar definitivamente con la dinastía que hicieron tambalear los Grizzlies. Una dinastía que este año ha resurgido con poder renovado, con el mismo que antaño fue temido y odiado.

El oeste está listo para proclamar un nuevo campeón. Pronto, muy pronto, mediremos la fuerza de sus puños.




Que dé comienzo el primer asalto de una serie que, esperemos, sea recordada.

martes, 22 de mayo de 2012

El elixir


La juventud eterna. A pesar de ser buscada por muchos y anhelada por todos, es una utopía. El simple hecho de respirar nos oxida, es decir, nos envejece. Así pues, con el paso de los años, irremediablemente, envejecemos. Pero hay algunos, unos pocos, que logran retrasar ese proceso. Hay un par de jugadores en la NBA que guardan un secreto. Comparten una fórmula mágica que los ha rejuvenecido. El color del recipiente es distinto, pero el elixir es el mismo.

Kevin Garnett y Tim Duncan parecen entonar la canción de Alphaville (Forever Young), y es que es una evidencia; el lockout los ha rejuvenecido.

En la temporada regular ya han ofrecido una mejora en comparación a lo mostrado el año pasado. Tim Duncan ha incrementado 2 puntos su media (15.4), y Kevin Garnett 1 respecto al promedio anterior (15.8).
Pero ellos son grandes, y los más grandes crecen en Playoffs. Eso han hecho. Los dos mejores ala-pivots que ha disfrutado mi generación son muy distintos de carácter. Uno es todo nervio, pasión y coraje. Disfruta del trashtalking y se crece humillando a su par, picándose con él. 
El otro ejemplifica el temple, la calma y la serenidad. Su rostro refleja la paz que habita en su interior. Callado y educado. Seguro que sabréis cual es cual.
A pesar de sus diferencias, de personalidades tan opuestas, les une un nexo común. El talento. Un talento descomunal, acompañado de un tiro letal y un envidiable repertorio de movimientos en el poste.

En estos Playoffs es donde más están abusando de ese desconocido elixir, pues en la post-temporada han incrementado sus números de forma considerable. Ahí van algunos datos clarificadores: En los mismos minutos de juego Kevin Garnett ha subido los 14.9 puntos por partido a 19.3 , es una diferencia de +4, y eso es mucho. Además, con 36 años, el rejuvenecido Garnett, esta teniendo el mejor porcentaje de tiros de campo de toda su carrera.
Sin duda, Boston bebe de él, y mucho. En la serie contra los Sixers está siendo fundamental. Cuando los experimentados Celtics empiezan a sentir que el tacto del balón les quema se lo dan a él para que lo enfríe y, en consecuencia, encienda al Garden. Contra los Sixers promedia 20 puntos y 10.6 rebotes, pero lo más sorprendente es su porcentaje (53.8%).
Boston respira, en gran parte, gracias a él.

Si los números de Kevin Garnett os han sorprendido deberías leer los de Tim Duncan, porque aún son más exagerados, si cabe. En estos Playoffs, Duncan ha incrementado su anotación 5 puntos respecto al año anterior, donde fueron apeados por unos aguerridos Grizzlies, en los que Zach Randolph y Marc Gasol hicieron vislumbrar el fin de su época, y de la dinastía que había construido.
Pero Tim Duncan no estaba conforme con la idea y aprovechó el lockout para preparase, reparar lo que destruyeron los Grizzlies la temporada anterior y volver a imponer su ley. En definitiva, dar el último gran baile para conseguir el último premio a una carrera de leyenda. 

En estos Playoffs no sólo esta anotando más, sino que lo está haciendo con mejores porcentajes. En tiros libres promedia casi un 80% cuando en los Playoffs pasados apenas pasó el 60% , y en tiros de campo está en una media del 54% de acierto, el segundo mejor promedio de su carrera, y un 6% mejor que la temporada anterior.
Además, con 3 minutos menos de media, ha incrementado su aportación ofensiva de los 12.7pp a los 17.6pp .

¿Alguien qué los siga en twitter les podría preguntar si el elixir que beben se comercializa?

Como veis son datos brutales que sólo podrían hacer jugadores irrepetibles, como ellos.
Esos dos mitos en activo se han preparado este verano, mientras duraba el lockout, para llegar aquí y demostrar que no están acabados. Aún no.
Este año vuelven a ser los referentes que siempre han sido, vuelven a liderar equipos con grandes jugadores. Equipos ganadores.

Descanso y trabajo. Quizá estos sean los ingredientes básicos de ese elixir. La clave está en su mezcla, la justa medida. Ahí está la explicación.



Dejémonos maravillar por su talento, una vez más.



sábado, 19 de mayo de 2012

Cuando los heroes sueñan los gigantes caen



El primer partido fue un baño. Oklahoma arrasó a los Lakers, sin piedad. Los aniquiló. En el segundo asalto el acierto que los Thunder demostraron en el primer partido desapareció y el encuentro fue mucho más igualado. Los Lakers dominaban en el marcador (a falta de 2 minutos ganaban de 7 puntos) pero acabaron perdiendo. Los Thunder tienen más hambre.

Evidentemente, los Lakers ya han demostrado de lo que son capaces, y ahí están los dos anillos. Pero el presente se encarga de emborronar el pasado, convertirlo en más lejano de lo que es en realidad. Los críticos tienen una memoria muy corta, debes recordarles demasiado a menudo lo bueno que eres. No importa lo que hayas hecho, si quieres su respeto, sus halagos, tienes que volver a hacerlo. Volver a ganar. Sus críticas tienen que ser tu alimento.

El mejor no siempre gana, hay miles de ejemplos en el mundo del deporte que dan fe de ello. Sin ir más lejos, podemos recordar lo que sucedió en la final de la reciente Euroliga ganada por Olympiacos, que remontó 19 puntos al todopoderoso CSKA; o la temporada pasada, cuando Memphis derrotó contra todo pronóstico al mejor récord de la liga emulando a los Warriors del 2007 en su serie contra los Mavs. Estos mismos dieron la campanada el año anterior porque, a pesar de serlo, no se creyeron inferiores a nadie. Estos equipos son muy distintos entre si, pero hay algo que los une.
Creer en tus posibilidades, ver tus limites y no estar conforme con ellos. Querer superarte. Eso hace que te conviertas en mucho más de lo que eres. El mata-gigantes se alimenta de los gigantes que ha derrotado para crecer y convertirse en uno de ellos.
Como todo en la vida, debes tener fe en lo que haces. Si crees que vas a perder, eso es lo que va a suceder. Los Lakers creyeron eso a pesar de que tenían la victoria en sus manos, y el resultado fue una dolorosa derrota. 

Eso sí, el rival que tienen enfrente es de unas proporciones colosales. OKC cuenta con un equipo joven, con el mejor talento de la liga, el mejor taponador, el mejor físico desde la posición de base y el mejor sexto hombre. 
Mención especial merece James Harden, el mejor suplente de la competición está demostrando que el galardón es totalmente merecido. En este equipo juega el jugador más talentoso de la liga y un base que no responde a los cánones de la vieja escuela precisamente, muchas veces el verdadero base en pista es el mismo Harden. 
El chico de la barba es un jugador que aúna físico y talento en dosis muy elevadas. Tiene buen tiro, buenos muelles, una gran visión de juego y defiende o anota dependiendo de lo que necesite su equipo. Harden está haciendo unos números fantásticos, pero en mi opinión aún serían mejores en un equipo más modesto en donde los focos se dirigieran en exclusiva hacia él. En OKC tiene números que le valen para ser el mejor sexto hombre de la liga, pues ha metido 16.8 puntos por partido, ha cogido una media de 4 rebotes y ha asistido casi 4 veces por encuentro en la presente temporada. Pero en otro equipo tendría números de estrella y ya habría jugado el All-Stars.  
En estos Playoffs Harden ha incrementado sus números como sólo los grandes son capaces de hacer. Y es que el mejor sexto hombre de la mejor competición del mundo sería titular en cualquier equipo que jugase. Incluso en muchos sería la estrella, el hombre que ejecuta al rival, que decide el partido. 
No me refiero a jugar para medianías, me refiero a la élite de la liga, equipos que están luchando para pasar a finales de conferencia como Sixers o Pacers, en ellos Harden sería el encargado de ejercer de líder, el referente en los momentos decisivos. Estoy convencido.

Hoy OKC ha tenido la oportunidad de llevar el partido a la prórroga, el triple de Durant ha rodado por el aro pero se ha salido. No creo que los Lakers hubieran podido asumir el golpe psicológico de irse al tiempo extra cuando, como en el segundo partido, acariciaban la victoria. Pero eso son suposiciones, el hecho es que los Lakers suman su primera victoria en la serie. 
La segunda batalla en el Staples se sucederá hoy mismo. En este partido los Lakers tendrán que creerse que pueden ganar. Si no lo hacen, esta serie habrá acabado.




La tormenta se cierne sobre Los Ángeles. 




miércoles, 16 de mayo de 2012

Miami pierde algo más que el partido


La presión de los Playoffs no es fácil de manejar, necesitas experimentar qué son para comprender lo que realmente significan. En ellos está la frontera que separa los niños de los hombres, donde se distingue a los buenos de los grandes. El sitio donde nacen las leyendas. 

El joven equipo de Indiana ya saboreó las mieles de los Playoffs el año anterior, donde un mar embravecido les escupió. Ese grupo de jugadores, joven e inexperto, aún no estaba preparado para manejar la presión que se respira en estas lides, pero aquella experiencia les sirvió para madurar y darse cuenta de la abismal diferencia entre un partido de temporada regular y una serie de Playoffs.

A pesar de que empezaron dubitativos y fallones contra, para mi, el equipo más flojo de estos Playoffs, superaron primera ronda. Y, por el momento, no se han dejado cegar por el Sol de Miami. 

A todo esto a aparecido un factor inesperado, la lesión de Chris Bosh. Una baja que si bien no les allana el camino, disminuye la inclinación, casi vertical, de la cuesta que tenían que subir. Su ausencia puede ser importante para el devenir de esta serie y fundamental para las opciones de Miami en su camino hacia el anillo. Las previsiones más optimistas le apartan de la canchas un mínimo de 2 semanas, pronósticos más agoreros sitúan su perdida entre 4 y 6. Los Heat no contaban con este contratiempo. No están preparados para él.

Todos los equipos, incluido Miami, necesitan una referencia interior. En verdad Wade y LeBron pisan la pintura con más asiduidad que Bosh, pero eso en gran parte es gracias a él. Bosh se aleja de la zona obligando a su defensor a hacer lo mismo, dejando el hueco para que LeBron y Wade penetren con mayor facilidad.
Los Heat tienen dos exteriores que monopolizan el balón, que se turnan las posesiones y lo tiros obviando el desequilibrante factor que tienen en la zona. Chris Bosh aguarda impasible a que las dos estrellas le alimenten de balones para que él pueda alimentar al equipo.
El sistema de Spoelstra ha capado el juego de Bosh, lo ha reducido a un complemento más. Su juego se basa en pick & pops o lanzamientos abiertos, rara vez lo buscan en el poste bajo, y aún menos inician la jugada con él. Para Miami Bosh representa una válvula de escape cuando el juego de sus dos estrellas perimetrales está atascado, agotado. Chris Bosh limita su impacto en ataque para beneficiar a Wade y LeBron. Subyuga su juego al de ellos, como todo el equipo, pero la diferencia radica en que él podría ofrecer mucho más. 
No concibo, a pesar de que muchas veces haya sido así, que Chalmers gaste más tiros que el propio Bosh.
En su ausencia es cuando veremos la importancia que tenía (más allá de números) en los Heat.

Miami lleva dos años practicando este juego de contraataques y penetraciones que tan bien explotan Wade y LeBron, y a estas alturas no lo van cambiar, pero sin Bosh la defensa rival se va a comprimir mucho más y si tiradores como Miller y, en menor medida, Battier o Chalmers no están acertados, las penetraciones van a conllevar muchas pérdidas de balón y tiros demasiado forzados, incluso para jugadores como Wade o LeBron. 
Con la pérdida de Chris Bosh pierden una media de 18 puntos y 8 rebotes por encuentro, pero no sólo eso, también pierden una amenaza interior, la única que tienen. 
Sin Bosh, el anillo que ansía el flamante MVP de la competición puede demorarse un año más.

Es evidente que Indiana no tiene las estrellas que tiene Miami, pero compensa esa carencia con algo que los Heat no tienen. Juego en equipo.
La variedad ofensiva de los Pacers no será tan letal, pero es mucho más variada, y eso permite un reparto de responsabilidades más equilibrado que el asumido, desde ahora en su totalidad, por el dúo de los Heat.
Indiana tiene un arsenal más variado que el previsible ataque de Miami, además no tiene las dificultades que pueden tener los Heat en el juego estático. Es un equipo que defiende y en el cual hay más jugadores capaces de anotar. Quizá sus puntas de lanza no sean tan afiladas como las de Miami, pero son más numerosas. 
En la victoria de Indiana sobre los Heat, los Pacers han tenido hasta seis jugadores por encima de los 7 puntos, algo que Miami envidia, pues exceptuando el duo LeBron/Wade, nadie llegó a esa cifra de anotación.

Puede que no respondan, pero el dueto estelar tiene que hacer todo lo posible para involucrar a sus compañeros y jugar un juego más colectivo, deben hacerles más partícipes del ataque, hacerles creer que son importantes para que lo sean. 
Entre ambos han hecho 52 de los 75 puntos de su equipo. Miami ha perdido, y no es de extrañar. Sin Bosh los Heat dependen demasiado de la dupla Wade/LeBron, pero aún así, las hirientes dagas de Miami pueden dañar a los Pacers hasta hacerlos perecer si de su plantilla no emerge un líder que, sin depender de él todo el partido, aparezca en los momentos clave que habrá en la eliminatoria. Si surge un faro que los ilumine, Indiana puede vencer a los Heat. 




La baja de Bosh sería comparable a la de Gasol en los Lakers de los dos anillos, pues sin él no hubieran sido campeones. Y Miami no podrá serlo sin Bosh.



sábado, 12 de mayo de 2012

I believe (Baron Davis)



Era el cuarto partido de primera ronda cuando, en un contraataque flanqueado por Miller y Wade, el genial base californiano cayó para, quizá, no volver a levantarse. Baron Davis se desplomó. Su físico, cansado, no aguantó más.
Las lesiones, en especial de rodilla, le han acompañado ya desde la universidad. Esta temporada ha estado más en la enfermería que en la pista. Una hernia discal primero y problemas en los isquiotibiales más tarde no le han dejado rendir de la forma que el sabe hacer.
Compañeros y rivales pronto se dieron cuenta de la gravedad que supuso la caída. Un desgarro parcial de la rótula y desgarro completo de los ligamentos cruzados medial y anterior. Una lesión cuyo tiempo de recuperación se estima en 12 meses.

Así pues, con 33 años, Baron Davis podría haber dicho adiós a su carrera.
Los jugadores en el campo lo sabían. Carmelo y Stoudemire estuvieron a su lado hasta que la camilla se lo llevó. Amare incluso rezaba pidiendo que la lesión no fuese tan grave como parecía.
LeBron James encabezó los gestos de apoyo que Wade y demás jugadores de los Heat secundaron en el trayecto de Davis hacia los vestuarios. En ese momento la televisión sobre impresionó los números de su carrera (16.1 puntos, 7.2 asistencias, 1.8 robos) presagiando su final, un final que parecía advertir el mismo Davis. Quizá por eso cuando le sacaron de la pista reunió fuerzas para dibujar una sonrisa en su rostro, la misma con la que el dos veces All-Star irrumpió en la liga hace ya 13 años.


Toda gran historia tiene su comienzo y el suyo fue en Crossroads School, una prestigiosa escuela elitista donde coincidió con los hijos de algunas de las familias más pudientes de Santa Mónica. Su carácter, jovial y extrovertido, le sirvió para encajar en un mundo que no había sido creado para él.
Allí conoció a Kate Hudson, actriz con la cual aún le une una gran amistad pues ha asistido en algunos de sus partidos (sobre todo en su etapa en Golden State y Clippers). Además también es amigo, entre otras celebridades, de Jessica Alba. Sin duda son amistades que a todos nos gustaría tener...

En 1997 alertó a la nación de lo que en pocos años llegaría a la liga. Baron Davis ganó el concurso de mates del McDonald's All-American a pesar de ser el jugador más bajo de la competición.

Aunque recibió muchas ofertas, acabó decantándose por la universidad de UCLA. Él quería jugar en su casa, cerca de amigos y familiares. En los Bruins estuvo dos años y promedió 13.6 puntos y 5.1 asistencias.

En 1999 se presentó al draft, donde fue elegido en tercera posición por los Charlotte Hornets, justo debajo de otro base de características muy similares, Steve Francis.
En su primer año en la NBA salió desde el banquillo, pero en el segundo ya jugó los 82 partidos como titular. Con casi 39 minutos por partido promedió: 13.8 puntos, 7.3 asistencias, 5 rebotes y 2.1 robos. Unos números que, sobre todo en la faceta anotadora, crecieron en temporadas venideras hasta bordear, o superar, los 20 puntos por partido.

En 2002 participó en el Mundial con la selección americana, donde estuvo a la altura del equipo, decepcionante.
Ese mismo año visitó la mítica cancha de Rucker Park. Allí, en su asfalto, han jugado algunos de los mejores jugadores de la historia de este deporte. 
El californiano visitó Harlem para ganarse la admiración de todo el público que abarrotaba la pista y un apodo, Too Easy.
Baron Davis era un base todo terreno capaz de hacer muchas cosas en cancha, un gran defensor que robaba balones y ayudaba en el rebote como pocos bases en la liga podían hacer.
Tenía una fuerza y una explosividad descomunal que en conjunción con un talento difícil de igualar lo convertían en uno de los mejores bases de la liga. Con un juego a veces callejero, era capaz de anotar en cualquier situación y desde cualquier posición, y su visión de juego le servía para asistir y nutrir de alley-oops a sus compañeros.
Too easy ya saboreó las mieles de los Playoffs en su temporada Rookie y también los jugó, por partida doble, en el traslado a la ciudad de New Orleans. Pero donde realmente se convirtió en el rey de los Playoffs fue con Golden State en la temporada 2006-2007. En la mítica serie que les enfrentó a Dallas Baron Davis impresionó al mundo.


En los Warriors formó con Jason Richardson una de las duplas más temibles de la liga, un backcourt que aunaba explosividad, físico y talento.
En la temporada 2006-2007 Golden State contrató a Don Nelson, un entrenador con clara vocación ofensiva que instauró su concepto del “run&gun” a un equipo físico y, para nada, exento de talento. Jugadores como Stephen Jackson, Al Harrington, Monta Ellis, Matt Barnes o Michael Pietrus respaldaron al dúo estelar.
El sistema impuesto por Don Nelson consiguió que aquel grupo de jugadores explotaran sus cualidades, disfrutaran y hicieran disfrutar al mundo. Ese mismo año las puertas de la Golden Gate se abrieron de par en par para que el equipo liderado por Baron Davis entrará a la historia de la NBA y se instalara en el corazón de miles de aficionados que, como yo, vieron la proeza que aquel equipo consiguió.
Hasta aquel momento ningún octavo había conseguido batir al primero en una serie a 7 partidos. El lema de la ciudad “We believe” aniquiló a los Mavericks con un juego de posesiones cortas y contraataques que los destrozó. En ese conjunto flotaba el polvo de asfalto de las canchas playground. Con un espectáculo ofensivo pocas veces visto en una serie de Playoffs los Warriors despedazaron al mejor récord de la liga y a su flamante MVP, Dirk Nowitzki.
Más tarde el juego duro, incluso sucio, que Utah utilizó contra ellos en segunda ronda no les permitió avanzar. Pero aquel equipo ya había hecho historia, mucha más de la que consiguieron hacer sus verdugos.
En esos Playoffs Davis elevó sus números a promedios de 25.3 puntos, 6.5 asistencias, 2.9 robos y 4.5 rebotes. En esas series el MVP no jugaba en Dallas, el mejor jugador fue un “guerrero” que inscribió el nombre de su franquicia en la historia de la mejor liga del mundo con letras doradas.
Además, por si eso fuera poco, Davis se encargó de inmortalizar a Andrei Kirilenko con un mate para la posteridad.


El 10 de julio del 2008 firmó el contrato que le devolvía a su ciudad natal, los Clippers requerían sus servicios, pero decepcionó.
Allí sus números empezaron a decaer. Las lesiones que le han perseguido toda su carrera parecían estar alcanzando al veloz base californiano. Otro factor que contribuyó a su descenso numérico fue el juego de los Clippers, mucho más lento que el de Don Nelson. Así pues, con menos posesiones y menos tiros, sus números indefectiblemente tenían que bajar. 
Otra causa de la reducción anotadora fue la edad. Con 1.91 volar para machacar ante los 7 pies rivales conlleva un desgaste que el paso de los años acentúa y acelera mucho más en jugadores de ese estilo.

La temporada pasada fue traspasado a Cleveland a cambio de una primera ronda, Mo Williams y Jamario Moon.
En Cleveland, quizá vislumbrando el final de su carrera, recordó sus inicios. En su camiseta empezó a lucir el dorsal 85 en honor al número de la calle donde sus abuelos le criaron, la calle donde empezó todo.
Los Cavs hicieron uso de la clausula de amnistía y liberaron a Baron Davis que en el presente año fichó por New York Knicks ansiando volver a un proyecto ganador, su última oportunidad para volver a ser el grande que una vez fue. 
Baron Davis ha sido un buen compañero, una persona justa. Un injusto destino ha plagado su carrera de lesiones que han menguado su físico y rebajado su techo, pero que jamás han conseguido borrar la sonrisa de su rostro, el optimismo en sus palabras.

Ahora que el mundo que una vez asombró teme su retirada es cuando tiene que demostrar, de nuevo, que no hay nada imposible.



I believe.




jueves, 10 de mayo de 2012

El futuro es hoy


Los equipos planifican la temporada pensando en el futuro inmediato, en títulos que justifiquen la inversión, que sacien el apetito de aficiones ambiciosas, aficiones ganadoras. 
Los cuatro mejores equipos de Europa ya divisan la cima. El futuro es hoy. Los anhelos de toda la temporada se van a dirimir este fin de semana. Cuatro aspirantes a llevarse el cetro europeo, a reinar Europa. Muchos equipos levantan la vista para ver la cúspide donde se encuentran CSKA, Panathinaikos, Barça y Olympiakos, anhelando algún día subir tan alto.

El momento ha llegado.

En un principio había pensado focalizar mi artículo en el Barça, puesto que no hay muchos griegos que visiten mi blog y la única visita rusa que he tenido ha resultado ser un **** troyano... Pero entonces he reflexionado que muchos de vosotros ya conoceréis el estilo de juego del Barça y los jugadores que lo ejecutan. Así que me voy a centrar en hablar sobre su rival (Olympiakos) y, en menor medida, de sus posibles rivales (CSKA y Panathinaikos).

El Olympiakos se le puede considerar la cenicienta de esta Final Four, es el equipo que llega a la final a cuatro con el peor ratio victorias/derrotas de los cuatro finalistas, pero es un conjunto que ha ido de menos a más y a mediados de temporada ha hecho un par de incorporaciones que, sin duda, han mejorado el equipo.
El talento ofensivo lo pone Vassilis Spanoulis, el genial escolta griego es su baza más peligrosa en ataque, no es un extraordinario tirador desde el triple pero si lo flotan anotará. Su distancia preferida se da en un rango de 5 metros, donde es prácticamente infalible. Lee muy bien el 2 para 2 y sabe aprovechar la ventaja cuando recibe el bloqueo de sus pivots. Le gusta penetrar hacia canasta y es un genio en esa faceta (capaz de sacar 2+1 con una facilidad pasmosa) utiliza muy bien su cuerpo para protegerse de las torres rivales que salen a su encuentro y siempre suele sacar algo positivo de sus visitas por la zona.
El equipo del Pireo es un conjunto muy físico en ataque y rocoso en defensa, Kyle Hines es un jugador que puede jugar tanto de 3 como de 4 a pesar de su 1.98. Tanto él como Dorsey, Papadopoulos y Antic jugarán duro, y si el Barça no juega a un nivel defensivo similar sufrirá. Cuidado con Pero Antic, pues parece un jugador tosco pero tiene una buena mano y es capaz de moverse con agilidad e inteligencia bajo los aros.
Los griegos cuentan en la posición de base con Acie Law, jugador fundamental en la eliminatoria contra el Montepaschi y que, a pesar de su juego anárquico, en los finales apretados su determinación y valentía (a veces temeridad) han ayudado, y mucho, a que el Olympiakos esté donde está.
Completan la rotación Printezis, un jugador bastante irregular pero con calidad, y Marko Keselj, un excelso tirador que si enchufa las dos primeras entrará en racha y ya poco va a importar lo buena que sea la defensa sobre él, los fusilará desde la línea de tres.

El Panathinaikos pocas veces falla en su presencia en la final a cuatro. Zeljko Obradovic es un maestro en estas lides y sabrá llevar el partido con el CSKA a su terreno.
El vigente campeón cuenta con un excelente equipo que ha sufrido pocos cambios respecto al año anterior. Dimitrios Diamantidis es la estrella del conjunto heleno, su liderazgo contagia confianza a sus compañeros y en los momentos decisivos va a asumir la responsabilidad. Es la extensión del entrenador en pista y un factor que puede desequilibrar la eliminatoria. Veremos quién sale vencedor del emparejamiento Diamantidis/Teodosic. En buena parte, este duelo individual decantará la primera semifinal.

El CSKA es el gran favorito y tiene, sin duda, el mejor equipo de la competición. Pero no siempre ganan los mejores, sino los que juegan mejor el día señalado, y su rival tiene esa virtud.
Un quinteto con Teodosic, Siskauskas, Khryapa, Kirilenko y Krstic da miedo y más aún si sabes que en el banquillo aguardan jugadores como Shved o Jamont Gordon.
Sin duda el CSKA es el favorito, veremos si lo ratifica o sucumbe ante el Panathinaikos.

Como no quiero que mi artículo sea demasiado extenso lo dejo aquí. Ya hablaré en más profundidad del ganador de esta eliminatoria el sábado (si el Barça gana la suya).
En un principio es lo que deberían hacer, pues los azulgranas son la mejor defensa de la competición y juegan con mucha intensidad (cualidad que comparten con el Olympiakos) pero además en ataque tienen un potencial ofensivo, tanto exterior como interior, muy superior al equipo griego.



El Barça es favorito en esta eliminatoria pero no lo será en la final.


miércoles, 9 de mayo de 2012

Habrá batalla en la altitud de Denver


Los angelinos han recurrido a la épica para remontar una desventaja de 15 puntos mediados el último cuarto, pero no ha sido suficiente. Kobe no se ha podido vestir de Jordan y, a pesar de los 43 puntos conseguidos, ha fallado el triple que forzaba la prórroga. Con anterioridad también erró un par de triples que le hubieran servido a los Lakers para ponerse por delante, pero seamos sinceros, no hubieran llegado a esa igualdad final sin él.
Los de George Karl se han impuesto al equipo angelino y han merecido la victoria. Comenté en un artículo anterior que esta eliminatoria se decidiría en el juego interior, y así esta ocurriendo. En las dos victorias de Denver sus interiores (Faried y McGee), han ganado sus duelos en la pintura o, por lo menos, han conseguido reducir el desequilibrio hasta convertirlo en un factor no determinante. Eso no sólo es mérito de George Karl y sus pupilos, también es demérito de Lakers.
No puede ser que Ramon Sessions gaste más tiros que Pau o Bynum, los Lakers deben explotar su ventaja en la zona. La mayoría de puntos que consiguen en la pintura vienen tras penetración, Pau apenas postea y si lo hace es para sacar un fade away. Los Lakers no utilizan sus 7 pies como deberían. Jugando así benefician a los Nuggets.

Pero también debemos darle a Denver su mérito. Estos Playoffs los están jugando realmente bien y están recordando al Denver de principios de temporada. Para ello hay un responsable máximo, Andre Miller.
Jugadores de su visión escasean en la liga, los pasadores puros están en vías de extinción. Es una pena que el altruismo que tan bien representa Miller desaparezca. El veterano base de Denver (36 años) dio un festival en el Staples para ser baza fundamental en la victoria Nugget.
Él tomó la batuta para que su equipo tocara la mejor sinfonía posible. En los momentos decisivos no se arrugó y controló las pulsaciones de su equipo anotando y asistiendo (24 puntos, 8 asistencias). Su privilegiada visión de juego ha beneficiado muy especialmente a un pivot que está creciendo en Playoffs, Javale McGee. Un jugador de ese potencial físico se siente muy a gusto jugando al lado de un base como Miller. Andre sabe leer cada posición en pista, cada movimiento de compañeros o rivales. Sabe donde buscar la ventaja o como crearla, y decide lo que hay que hacer en cada momento con un porcentaje de acierto muy elevado. La virtud no está en el pase, está en saber verlo, y en eso Miller es un superdotado. 
Me gustaría saber vuestro parecer, pero a mi entender creo que ha sido un jugador minusvalorado durante toda su carrera, la NBA no ha sido del todo justa con su calidad. Por suerte George Karl aprecia a este tipo de jugadores, él si valora su talento.

Lo bueno de Denver es que, a diferencia de otros equipos, nadie se cree la estrella y por eso se hace un juego más grupal, más solidario. Los Nuggets se reparten la presión y la responsabilidad y eso les permite jugar más tranquilos, jugar mejor.


Denver juega con confianza. Si en Colorado consigue más, serán difíciles de batir en el séptimo.



lunes, 7 de mayo de 2012

El guardaespaldas


En la sociedad que vivimos la seguridad es un valor en alza, necesitamos saber que estamos protegidos, sentirnos a salvo.
Todos los equipos de la NBA tienen un sistema de seguridad, pero, como todo en la vida, hay unos mejores que otros. Existen pocos realmente fiables, pero esa minoría son muy eficaces. Los ladrones que entran en la zona sin permiso los conocen, y los temen.
Las mejores marcas de seguridad hoy en día responden al nombre de Bynum, Ibaka, Howard, Noah y, como no, el mejor producto defensivo de esta temporada, Tyson Chandler. De este último voy a hablar.

Tyson Chandler es un gigante de 2.16 cuyo cuerpo parece esculpido para el baloncesto. Hay muchos jugadores altos en la liga pero muy pocos de su nivel. A fuerza de trabajo se ha acabado convirtiendo en uno de los mejores pivots de toda la NBA y el galardón como mejor defensor de la temporada lo ratifica.
Algunos dirán que sólo se ha aprovechado de la magnifica genética que ha recibido y en parte es cierto, pero no del todo. Con su físico le bastaba para jugar en la mejor liga del mundo, pero no para ser la referencia defensiva que fue en Dallas y es en Knicks. Él quería ser algo más y lo ha conseguido.

Chandler se vacía por sus compañeros. Su defensa de ayudas es la razón por la que ha recibido este premio y también es el motivo por el que Dallas ganó el anillo.
Su aportación defensiva fue tan importante como la de Dirk en ataque. Chandler bloqueó tiros, provocó muchas rectificaciones y, sobre todo, molestó a cualquier jugador que conseguía escabullirse de su defensor o rompía la zona. Fuera quien fuera el que osara entrar en la pintura sabía que allí se encontraría a la bestia.
Sus compañeros se sienten seguros jugando con él, saben que si su defensa no es buena o se despistan un instante el jugador que lo haya superado se encontrará un escollo que, a buen seguro, no le será fácil sortear. Chandler ha difuminado muchos errores de sus compañeros, por eso se agradece tanto tener esa clase de jugador en tu equipo.

El año pasado jugadores muy habituados a las penetraciones acabaron claudicando ante el rey de la zona. Estrellas como Westbrook, Wade o LeBron sufrieron ante su poder de intimidación.
Chandler tiene una agilidad marciana para su estatura y unos brazos enormes con los que llega a todas las ayudas. Con Amare Stoudemire de compañero tiene mucho trabajo en ese aspecto, pero no es nada nuevo para Chandler. Su intensidad y defensa hacía falta en los Knicks.
New York recibe 10 puntos menos de media esta temporada y todos conocemos al culpable.

Quizá hay quien piense que el premio se lo ha merecido más Ibaka, y por números es así. Pero yo creo que ha influido, y mucho, lo que hizo Chandler en los Playoffs pasados. Este año ha recibido un bonus del premio gordo que ganó el anterior. La recompensa a un trabajo bien hecho.


Los mejores físicos del mundo le temen.