lunes, 15 de abril de 2013

El infierno verde



El mismo sueño se vuelve pesadilla cuando aparece el titán griego. La eliminatoria parece ser dolorosamente parecida a la que se sucedió hace dos años, los cambios son muchos, y son importantes, pero la tónica de ambos conjuntos es la misma que ya nos privó de una Final Four. Ahora nos toca superar el duro deja vu, despertar de esta recurrente pesadilla para volver a soñar. Para ello el Barça tiene ante si una gesta que quedó incompleta, un reto que quedó imbatido; este año toca volver, esta vez para ganar.

El equipo heleno está mermado respecto al que nos enfrentó hará un par de años, pero no es tan endeble como el aficionado parecía creer. Si a esto le unimos la trascendental baja de Mickael y la inoportuna lesión de Rabaseda, nos encontramos con un equilibrio de fuerzas mayor del esperado. Sobre todo teniendo en cuenta la desaparición del mejor 4 de la competición y el desacierto general que están sufriendo los interiores azulgranas; problema que se agudizó sobremanera en el segundo partido. Los pívots culés son claramente superiores a sus pares helenos, mucho más limitados técnicamente, pero no imponen su peso ni su calidad y esta es una de las principales bazas del porqué se está perdiendo esta guerra.
La defensa griega es agresiva, el banquillo e incluso el palco, añaden presión a los árbitros, una presión que se multiplicará en Atenas.

Es irónico que el único deportista sobre el parqué que no está siendo presionado sea uno de los jugadores que les está haciendo mayor daño: Víctor Sada. El jugador catalán es flotado para que lance; está siendo despreciado. Su aportación ofensiva parece carecer de importancia para el equipo heleno (50% de acierto en triples tras 6 lanzamientos). Difícil será que su errática muñeca pueda mantener esos porcentajes, más aún jugando en territorio enemigo, en un ambiente profusamente hostil.

Tampoco debemos obviar un arma del arsenal griego que por ahora solo ha disparado humo pero que en Grecia podría empezar a soltar metralla. Me refiero a la diferencia de centímetros y músculo entre aleros helenos y catalanes, pues tanto Bramos como especialmente Maciulis (defendido en diversas ocasiones por Saras) no han obtenido los réditos que por lógica podrían haber sacado de dicho emparejamiento en el poste.

El Panathinaikos no tiene un arsenal tan completo (y costoso) como tuvo años atrás, pero está demostrando ser igual de efectivo; el equipo de Xavi Pascual juega acomplejado.
En el purgatorio heleno el Barça tiene que demostrar que el largo e impecable trayecto hasta aquí no ha sido en balde, tiene la combinación necesaria de talento y trabajo para derribar el muro griego, provocar que la pesadilla sea pasajera. Para ello deben despertar sus interiores, anotar lo que hasta el fatídico cruce anotaban sin problemas.

El Barça debe ganar la batalla precisamente en el lugar que el Panathinaikos más teme que suceda, pues si el equipo azulgrana consigue adueñarse de la pintura estoy seguro que arrancará la victoria que le permita salir con vida del purgatorio griego, regresar a su feudo y convertirlo en un infierno, el mismo del que habrán escapado.





¡Esta vez debemos ser los verdugos!

2 comentarios:

  1. lo que saras te da en defensa te quita cuando le flotan. deberia amenazar mas con las penetraciones.
    el problema es que dejen tirar solos a huertas, ingles o lorbek y tb fallen.
    lorbek debe decidirse ya ha hacer daño ya sea en la pintura o en el triple. si lo hace en ambos sitios y cierra los rebotes a parte de tener desplazamientos mas agiles volvera a ser el 4 mas determinante de europa y basico para meternos en otra final4.

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