lunes, 31 de diciembre de 2012

PASIÓN NBA 2x11



La tropa encabezada por Adrián Carmena y Manu Corraliza nos han adelantado su regalo de reyes y en el último podcast del año nos traen a un referente en el mundo del periodismo y gran experto de la NBA: Jordi Robirosa.



En la entrevista a Jordi Robirosa se hablará de la actualidad de la NBA y de la profesión echando un continuo vistazo a la época de las leyendas: Drazen Petrovic, Magic Johnson, Larry Bird... ¡No os lo podéis perder!

Para redondear el podcast, se debatirá la situación de Portland y de los Brooklyn Nets, escudriñando los entresijos del sorprendente despido de Avery Johnson.

Colaboran: Andrés Monje, Paco Atero, Jordi Broncano, Óscar Périz y Marc Carrilla.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Hora de despertar








Atrapados. El navío azulgrana sigue hundiéndose en un remolino de derrotas que lo empuja al abismo. La situación en la que se encuentra es delicada: el conjunto azulgrana ha perdido los últimos cuatro partidos y el Palau ha dejado de ser un fortín. Primero el CSKA y más tarde el Blusens Monbus demostraron recientemente que el Barça ya no está seguro ni en su propio feudo. El equipo azulgrana ocupa una merecida octava posición con tan solo un 50% de victorias y viendo peligrar la última plaza que da acceso a la Copa del Rey. Para más inri, el equipo blanco viene al Palau como gigante, con un casillero de derrotas inmaculado y desarrollando un juego vistoso y atractivo; mucho más efectivo y contundente que el año anterior. El equipo de Pablo Laso ha crecido mientras que el de Pascual ha envejecido. El año pasado un Madrid aún en construcción destronó el rey y estuvo a un paso de ganar la liga. Aquel Barça sacó su orgullo para levantarse de las duras caídas que recibió en los primeros dos enfrentamientos a domicilio para imponerse al eterno rival. ¿Estábamos presenciando su último coletazo?

El año anterior la balanza estaba nivelada, pero ha habido cambios desde entonces: un equipo ha incrementado su valor y el otro parece haberse devaluado. La valentía de continuar el proyecto Laso está dando sus réditos; el Madrid ha madurado. Sigue acusando de algunas desconexiones durante el partido, pero su contrincante no puede presumir precisamente de regularidad. El ataque azulgrana ha perdido fluidez, los exteriores no son tan certeros, ni la defensa tan asfixiante.

Al conjunto blanco le gusta correr, pero este año además defiende mejor. En la competición doméstica no ha habido equipo capaz de detenerle, pero ningún equipo posee un juego interior como el azulgrana. En un par de días, asistiremos al choque de dos estilos opuestos, enfrentados incluso. El Barça tiene sus opciones de ganar, no tantas como el Madrid, pero las tiene: debe realizar un juego lento y trabado, muy duro defensivamente, y mostrar especial atención a los contraataques y transiciones rápidas con las que Laso intentará ametrallar la defensa azulgrana, una defensa menos compacta e intimidante.

El Madrid tiene, en mi humilde opinión, el mejor juego exterior de Europa, y eso es mucho decir. El temporero mallorquín ha vuelto para convertirse en estrella blanca y ser el líder de un equipo grande, muy grande; quizá no en centímetros, pero si en talento. El Madrid desarrolla ese estilo de juego precisamente porque puede, y quien crea que lo puede detener que lo intente. A ese ritmo, el Barça no ganará el encuentro, es más, no ofrecerá oposición. El acierto blanco se ha mostrado muy superior a lo largo de la temporada, con un juego mucho más fluido y menos programado, un juego más libre y creativo.

Los exteriores blancos añaden un plus que el Barça no tiene, y es que todos pueden tirar con fiabilidad, pues sus porcentajes, incluso siendo bien punteados, son muy altos. Jugadores como Carroll y Rudy son los máximos exponentes de ese don escaso, pero no debemos olvidar a Mirotic ni a Llull; el Madrid puede convertirse en un bombardero con capacidad para dinamitar el Palau.

En la pintura contraria, el Barça tiene la oportunidad de castigar el equipo blanco con sus poderosos interiores, hombres como Tomic, Jawai o Lorbek deben mostrarse más contundentes que nunca. Viendo tal desequilibrio, es probable que el Madrid opte por una defensa en zona, en especial si el conjunto azulgrana no cuenta con la permanente amenaza que supone Navarro desde más allá de la línea de tres.

El Barça necesita esta complicada victoria para aliviar la tensión de vivir al filo de la navaja, y vencer al invicto de la competición sería un golpe moral que podría servir para reactivar su engranaje. Ahora mismo todo se ve negro, pero hay que recordar que si había un momento de la temporada en el que se podía permitir ese bache de juego era precisamente ahora. Eso sí, tienen que despertar ya.

El Top 16 no los esperará y los escasos boletos para la Copa tienen muchos compradores. El Barça aún está a tiempo de rectificar el rumbo, cambiar la tendencia, dar un golpe sobre la mesa para detener la hecatombe que supondría quedarse fuera de la Copa del Rey, recordemos que en el 2006 ya lo hizo; y ganó.





Retrasar un año más una era de dominio blanco que ya se empieza a vislumbrar.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Regreso inesperado



Los Warriors se cansaron. Se cansaron de esperar y de perder.

El equipo seguía estancado en la mediocridad desde aquel sueño recordado aún por muchos. No podemos culpar a la franquicia ni a la afición de falta de paciencia, Oakland ha perseverado en una idea de juego que reflejase la idiosincrasia de la ciudad pero se ha dado cuenta de que aquello, más que una idea, era un ideal.

La dura realidad impuso a la franquicia la necesidad de un cambio; confiaron en un jugador franquicia que nunca lo fue. Monta Ellis progresó como Warrior, pero su techo estaba más cerca de lo que se suponía. En su interior no dormitaba el corazón de un líder.
La llegada de Mark Jackson no tuvo un efecto inmediato pues los cambios requieren de un proceso, de que nuevos mecanismos engranen. El traspaso de Ellis fue criticado, los fans no entendieron el movimiento pero aquella decisión respondía a un cambio de mentalidad, a un reseteo necesario.

Este año los Warriors se han convertido en auténticos guerreros. La determinación inyectada es una vacuna que Oakland desconocía pero que, sin duda, está haciendo efecto.
Los jóvenes guerreros de la ciudad dorada están madurando, y con ellos su nuevo estandarte, Stephen Curry. Un líder renovado que ambiciona devolver al equipo a un territorio que le ha sido vetado en demasiadas ocasiones.

La juventud de los nuevos Warriors es chocante con la madurez exhibida hasta el momento. El equipo juega bien dentro y fuera, la pelota fluye y se desplaza. Las posesiones son variadas y dinámicas y los jugadores que salen a pista juegan con un mayor grado de compromiso. Mark Jackson sabe las cualidades y limitaciones de los suyos; pide lo que sabe que le pueden dar. El jugador juega confiado. Sin miedos.

Jackson focaliza las bases de su juego en la defensa y el control del rebote. El año pasado los Warriors eran el tercer peor equipo de la liga en la captura del rebote; ahora son el cuarto mejor. En estas lides, Jackson cuenta con un depredador: David Lee. Sus números están en pleno auge, pero su aportación no es la única que se ha visto incrementada esta temporada. Jugadores como Stephen Curry o Klay Thompson también han subido el nivel, Barnes está haciendo méritos para pelear el Rookie del año y suplentes como Jarret Jack o Carl Landry se están saliendo. Los Warriors juegan confiados. Seguros.
Solo así se puede entender lo que están haciendo. Solo así se puede entender que tengan el mejor récord tras derrota (6-1) superando a colosos como Miami, OKC o San Antonio. Solo así se entiende que en su gira de 11 días ganaran 6 de los 7 partidos, su quinta plaza en la clasificación o el 65.4% de victorias.

Las dinámicas son importantes y empezar bien te permite valerte de esa inercia inicial durante un tiempo. Pero llevamos más de un mes de competición y el equipo, lejos de ralentizar su empuje, juega mejor y gana más. En su viaje, los Warriors se han dado a conocer y se han hecho temer. Doblegaron a un equipo que hasta su enfrentamiento ostentaba un récord de 11 victorias en los últimos 13 partidos, el equipo más en forma del Este: los halcones de Atlanta, fueron abatidos.

No me deja de sorprender como tutearon al vigente campeón, la confianza con la que jugaron. En los últimos minutos del partido, vimos a un Jarret Jack crecido respondiendo a los triples de LeBron mientras Draymon Green (una elección 35 del draft) hacía errar, con su defensa, los últimos tiros del rey. Ese mismo dúo completó el regicidio.

Este equipo tiene carácter ganador, mentalidad grande. Un concepto muchas veces asociado con el éxito.





La ciudad dorada vuelve a resplandecer.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

PASIÓN NBA 2x09



Como cada semana, os traigo el mejor podcast NBA de la red de la mano de Adrián Carmena y Manu Corraliza. 
En él, aparte de repasar la última semana de competición y la actualidad más inmediata, hablarán de Grizzlies, Lakers y Knicks, así como de la vuelta de Ricky Rubio. También habrá debate sobre las posibilidades que puede tener Carmelo de optar al MVP.

Colaboran: Oscar Périz, Andrés Monje, Marc Carrilla y Jordi Broncano.










martes, 11 de diciembre de 2012

PASIÓN NBA 2x08



Adrián Carmena y Manu Corraliza vuelven para traernos la actuliadad del universo NBA: noticias, estadísticas, clasificaciones… y mucho más.


En el debate, analizarán la situación de Victor Claver en Porland. Además, junto a sus colabradores: Victor Durán, Jordi Broncano, Andrés Monje y Txomin Romero, hablarán del Miami – New York y la situación que atraviesan Atlanta y Toronto.

martes, 4 de diciembre de 2012

Saber esperar



Cualquier jugador profesional quiere estar en la NBA, jugar allí representa su sueño, es el motivo por el que han trabajado su cuerpo y mejorando su tiro; su sitio está allí.
Los mejores prospectos de los cinco continentes se foguean en el baloncesto universitario o en Europa para conseguir ser un plato más apetecible y atrayente a ojos de los scouts, para recibir elogios de la prensa y cosechar el cariño del público que muchas veces logran convertir en incondicional.

Los rumores que ligan a Victor Claver con los Idaho Stampede (equipo de la D-League asociado a los Blazers) son cada vez más persistentes. Y aunque suene duro, merecido lo tiene.

Es fácil escuchar los cantos de sirena de voces interesadas, de creerse capaz de triunfar al otro lado del charco sin antes imponer su ley en Europa. Claver ha exhibido su talento a cuentagotas y con intermitencias; no se ha dado cuenta de la dimensión de su salto. La NBA es una selva despiadada, la más competitiva e insensible de cuantas puedan haber. Incluso para los mejores jugadores europeos se convierte en un reto que pocos son capaces de superar con éxito, pues no depende tanto de la calidad que poseas sino de tu adaptabilidad a un hábitat tan particular.

Desafortunadamente, el juego de Claver no se adapta al veloz ritmo de los partidos NBA. En España podía alternar las posiciones de tres y cuatro adaptándose a lo que el equipo requería; tenía un físico superior. Pero en la NBA este hecho, lejos de ser una ventaja se convierte en un inconveniente, un problema de difícil solución. Si quiere tener alguna opción de triunfar en la NBA tiene que definir su posición; y también su físico.
Ahora mismo no tiene la suficiente calidad para ser tres ni el cuerpo adecuado para ser cuatro, y a la vista está que los tres y medio no tienen mucha aceptación en la mejor liga del mundo. Ejemplo de ello lo encontramos en uno de los mejores cuatros de la NCAA: Jared Sullinger, que debido a su corta estatura y su justa capacidad atlética, acabó cayendo a la posición 21 debido a no poder definir la posición que desempeñaria en la NBA.

Quizá sea injusto, pero es la ley de la oferta y la demanda: la NBA pide especialistas que rompan zonas con sus triples, espartanos de la pintura, aleros imponentes... ¿Claver se ajusta al perfil que quiere el comprador? Claramente no.

Los que sigan la NCAA sabrán la tremenda cantidad de escoltas universitarios con muñeca excelsa que se ven obligados a emigrar a Europa después de terminar su periplo universitario porque para ellos no hay acomodo en la mejor liga del mundo. Algunos consiguen hacer carrera NBA reciclándose a la posición de base, una posición para la que no han sido enseñados ni preparados.

Un problema endémico de muchas franquicias es que en el momento de la elección de nuevo talento, sobreponen el potencial del jugador a lo que verdaderamente es en ese momento, y es legítimo que hagan esto, en cierta manera es incluso comprensible, pues al fin y al cabo pocos jugadores se pueden considerar ya formados y menos aún preparados para la NBA. Pero entonces tampoco nos debe extrañar la ingente cantidad de pufos que han salido de altas elecciones del draft: Darko Milicic, Mickael Olowakandi, Nikoloz Tskitishvili, Hasheem Thabeet, Jonny Flynn, Joe Alexander, Yi Jianlian, Tyrus Thomas, Jan Vesely, Martell Webster, Kwame Brown, DeSagna Diop... La lista de jugadores es infinita.

El problema con el que se enfrenta Claver es similar al que están viviendo estrellas universitarias como Jeremy Lamb o Terrence Jones, y aunque ahora mismo el futuro no es nada halagueño, lo bueno que tiene la NBA es que de un momento o otro la cosa cambia, la oportunidad aparece.

Necesitas dos cosas para triunfar en la NBA: talento (del tipo que sea) y oportunidades. Recibir la oportunidad no depende de ti, pero una vez la consigas, es el momento de sacar a relucir el talento que te ha llevado allí para demostrar que ese es tu sitio, que puedes convertirte en un peligro más de aquella jungla.



Eso depende de ti.

lunes, 3 de diciembre de 2012

PASIÓN NBA 2x07



Un nuevo podcast de Pasion NBA inicia el vuelo, y sus pilotos ya están en la sala de mandos: Adrián Carmena y Manu Corraliza.

Junto a ellos estarán Oscar Périz, Andrés Monje, Marc Carrilla y Txomin Romero, los cuales debatirán la sanción que Stern ha impuesto a los Spurs y de la temporada que están teniendo Nets, Warriors y Wizards. Actualidad, noticias, estadísticas y mucho más.



Mañana nuevo artículo: Saber esperar.



¡No me falléis!

lunes, 26 de noviembre de 2012

Pasión NBA 2x06



Como ya sabréis los que visitáis mi blog asiduamente, he ido innovando su estética y añadiendo nuevos contenidos. Hace unas semanas añadí la opción de escuchar el podcast de los amigos de Pasión Deportiva, pero debido a la cantidad de información y la calidad del contenido, he creído conveniente postearla como entrada.

El podcast se realiza en directo los domingos a las 16:00 horas y su contenido es enteramente NBA tratando la actualidad de forma crítica y objetiva.



En esta ocasión dirigen el programa Manu Corraliza y Andrés Monje, los cuales junto a Jordi Broncano, Marc Carrila y Paco Atero tratarán la actualidad NBA.


Contenido

El debate: La situación de Pau Gasol en los Lakers
Tertulia: Charlotte Bobcats, New York Knicks, Memphis Grizzlies



Yo ya me he enganchado a ellos; estoy seguro que no seré el último.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Están preparados



La glamurosa ciudad de Los Angeles cuenta con dos equipos que, como buenos hermanos, comparten el nombre de su querida madre: L.A.
Pero la devoción de la ciudad por sus dos hijos no es equitativa, nunca lo fue. Siempre ha habido un hijo predilecto, un equipo ganador y exitoso; un equipo campeón.

Mientras a uno le dan todo, el otro no recibe nada. Los Lakers tienen la fama, el glamour, el calor de la afición, el respeto de la liga y algo indispensable: las estrellas. Su camiseta ha lucido por todos los rincones del globo con orgullo, grandes leyendas la han convertido en su uniforme de trabajo y Phil Jackson, el creador de dinastías, en su talismán.
En el pasado, las comparaciones entre los dos hermanos siempre fueron odiosas, pues siempre había un perdedor; y siempre era el mismo. Sin embargo, en esta ocasión la comparación es justa, y el vencedor, por ahora, distinto.
El equipo que la misma ciudad de L.A ha ninguneado, está haciendo méritos suficientes para recibir sus mimos. Los Clippers se están ganando el respeto de la nación y, por fin, el de su ciudad.
Acaparan flashes y portadas, su juego ya es marca registrada. El seguidor Clipper empieza a sentirse orgulloso de serlo.

¿A qué responde tal cambio? Pues está claro: victorias. Y es que con el conglomerado de jugadores que han unido, pueden tutear a cualquier grande de la liga.
Para elaborar la receta del éxito, el primer ingrediente que añadieron fue la mejor semilla del draft del 2009, Blake Griffin. Con su irrupción en la liga, los Clippers empezaron a practicar un juego vistoso y espectacular. De pronto, el otro equipo de Los Angeles empezó a copar las listas de las mejores jugadas del día, de la semana o del mes. Los Clippers le dieron la vuelta a la tortilla y empezaron a llenar estadios, se convirtieron en un equipo agradable de ver, de disfrutar. Un producto escaso que a todo el mundo parecía gustar.
Llegados a ese punto, los Clippers entendieron que les faltaba un ingrediente y el año pasado se hicieron con él. Obtuvieron a un líder, aquel que cualquier equipo que pretende ganar el anillo debe tener; obtuvieron a Chris Paul.
Con él alcanzaron los Playoffs y derribaron el primer escollo, y aunque en el segundo fueron barridos por San Antonio, el objetivo estaba cumplido; experimentar Playoffs. 

Pero este año los Clipppers tienen eso y mucho, muchísimo más. A un equipo eminentemente físico, le han añadido las necesarias inyecciones de calidad y experiencia que le faltaban. Además, están teniendo la paciencia de esperar a Chauncey Billups, hecho por el cual serán recompensados más adelante. 
La adquisición de jugadores como Grant Hill, Lamar Odom o Jamal Crawford aportará veteranía, experiencia y temple; elementos que se tornan indispensables en territorio Playoffs.


Estos Clippers son distintos y lo están demostrando. Ya han sido capaces de ganar a cocos como Chicago, Lakers, San Antonio o Miami, es decir, pueden ganar a cualquiera. Este año lo tienen todo, pues en el banquillo también tienen mucho. La justa mezcla de juventud y veteranía, mucho físico, pero mayor calidad.
Porque la calidad que han añadido es mucha, y el máximo exponente de ese concepto es Jamal Crawford. El talentoso escolta siempre ha sido un buen jugador en malos equipos, el sexto hombre con capacidad de cambiar un partido, de detener en seco el grito de “defense”, de anotar tras falta; de decidir un partido.
Su calidad está muy por encima de su físico, de su sitio en el banquillo y de sus minutos fuera de él. Eso sí, los Clippers han de saber darle el nivel de importancia que requiere tal nivel de calidad; confío en que lo harán.
Ahora mismo está promediando 19.7 puntos por noche, pero lo verdaderamente increíble es su eficiencia, pues los está consiguiendo con una media de tan solo 28 minutos por partido. Ya hubo temporadas en las que Crawford alcanzó esa cifra, y no es nada sorprendente en un jugador de su calidad, pero lo que convierte esta temporada en distinta, es que los está consiguiendo en 10 minutos menos de juego.

Crawford es un jugador que se ha mostrado grande jugando para medianías cuyo objetivo más ambicioso era alcanzar Playoffs o superar primera ronda. Ahora es distinto. En los Clippers, en estos Clippers, su objetivo es otro. Por fin ha encontrado un objetivo a la altura de su calidad, ahora forma parte de un equipo en el que es y será factor diferencial para hacer diferencia, la más grande de la historia Clipper.

Quizá el último ingrediente que necesite este grupo de grandes jugadores sea uno que jamás ha tenido la franquicia para la que juegan. Podríamos hablar de suerte, pero a mi entender la palabra fortuna es más acertada, pues mientras unos han contado siempre con ella (en el doble sentido de la palabra) los Clippers la siguen esperando.
Hartos de esperar, este año han decidido salir a por ella; ganársela. Eso han hecho con todo lo que han conseguido hasta ahora.





Lo tienen todo.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Andris Biedrins cumple su sueño



A la espera de mejores tiempos, los aficionados del Oracle Arena saben como disfrutar de su equipo, de las pequeñas cosas que les da. Solo así se puede entender el fervor con el que celebraron los tiros libres que anotó el lanzador de piedras Andris Biedrins. 

lunes, 12 de noviembre de 2012

La fuerza de la naturaleza



Aunque a menudo indulgente, la naturaleza nos recuerda que no nos pertenece. Capaz de sacar una fuerza indómita, su furia no tiene igual, y en sus múltiples variantes, el poder que desata suele ser devastador.




La naturaleza en su estado más salvaje





Pero más allá de estas imágenes hay un extraño fenómeno que recorre ciudades exhibiendo su fiereza. En la liga hay una fuerza cada vez más difícil de controlar, una fuerza cuya naturaleza es cada vez más virulenta.

El fenómeno ya empieza a asustar y las autoridades pertinentes intentan aplacar esa ira desbocada. Los equipos empiezan a tenerlo en cuenta, a preocuparse por él; temerlo. No se trata de una tormenta de verano, no se trata de un fenómeno pasajero. Pasa el tiempo y su efecto no hace más que aumentar.

*Antes de que desveléis la identidad de ese “fenómeno” ¿sabríais decirme a qué jugador me estoy refiriendo?




Punto y seguido. Ha empezado la temporada con la misma fuerza que la terminó, empeñado en demostrar que su físico tiene un hueco en la liga más física del mundo. Su corta estatura no le está impidiendo guerrear delante de las peores bestias de este circo.
Un reboteador compulsivo que quiere demostrar a propios y extraños que su liga es esta, que cuando salta la diferencia de centímetros se iguala; entonces es más grande.

Pero eso no lo aprendió en la NBA pues su fuerza, garra e intensidad vienen de mucho antes, de una filosofía de vida.
Faried aprendió a dar lo que otros no querían, se curtió, y ahora ofrece lo que otros no pueden.

Ya en su etapa universitaria, demostró que su hábitat quedaba restringido a la pintura, espectro del juego que gobernaba con tiranía. En Morehead State completó el ciclo universitario con promedios de 14.8 puntos, 12.3 rebotes y 1.8 tapones realizando una última temporada bestial en la cual lideró la nación en dobles-dobles, igualando así a Ralph Sampson en la segunda posición del ránking de todos los tiempos.
Aunque el mayor hito que ostenta es el de destronar a una leyenda en activo del baloncesto, al Dios de San Antonio: Tim Duncan.
En el partido que le enfrentaba a Indiana State sumó 12 rebotes; alcanzó la marca. Entonces los demás jugadores de aquel encuentro se convirtieron en comparsa de un jugador que hizo historia superando el récord de un histórico, y no por poco además, pues estableció el nuevo registro en 1673 rebotes (Duncan hizo 1570).
Kenneth Faried superó una marca que había permanecido inalterada desde 1997. Tuvo que saltar mucho y muy alto para alcanzar ese trono; batió el récord, y lo hizo desde sus 2.03.

Así pues su ferocidad viene de lejos, de una fuerza innata que exprime al máximo. La inyección económica que supuso su entrada a la NBA sirvió de desahogo a su madre, enferma del riñón. Ahora más que nunca, recibe un aliento muy especial, el suspiro que él le dio. 

Kenneth Faried es un jugador con un enorme margen de mejora. Tiene muchos puntos débiles y aunque los empieza a trabajar, su meta aún está lejos. Su velocidad e intensidad le permiten interceptar muchos balones, y en los contraataques o transiciones rápidas (en Denver abundan) su par se queda atrás, por lo que suele acabar la jugada con un estruendoso sonido procedente del aro. Un sonido que si se produce cerca de las montañas rocosas, provoca un sonoro eco de la afición.
En estático su importancia se reduce, conoce su papel y sabe que su momento llegará. Espera agazapado a que el balón salga repelido del aro y cuando eso sucede, salta a por él.
Para ser un gran reboteador no es indispensable tener una gran capacidad atlética, ni ser muy grande. Basta con tener una buena colocación, pelear con intensidad cada balón y tener un buen timing de salto; es su caso.




En la presente temporada ha mejorado sus números en la mayoría de puntos estadísticos, sin embargo hay uno en el que debo incidir, pues no tan solo no lo ha mejorado, sinó que lo ha empeorado ostensiblemente. En lo que llevamos de temporada, su porcentaje de tiros libres ha bajado dramáticamente hasta el punto de situarse por debajo del 50% (la temporada anterior tuvo un 66.5%). Situación similar a la que vivió en su año sophomore otra bestia de la pintura: Blake Griffin.


Aun le queda un gran camino por recorrer, pero su físico y su juego me recuerda mucho a otros jugadores cortos de estatura. Jugadores que suplían la falta de centímetros con un corazón más grande que su cuerpo; hablo de hombres del calibre de Ben Wallace o Dennis Rodman.

El mitad hombre mitad animal (en la universidad uno de sus apodos era Mannimal) debe conservar esa parte animal para subsistir en la NBA, pero si quiere crecer y ser algo más que una “simple” fuerza de la naturaleza, deberá mejorar su parte más humana; desarrollar un tiro decente desde la media distancia, así como un juego de pies mejor del que posee. Si lo consigue su progresión como jugador será espectacular.



Solo es el principio.


martes, 6 de noviembre de 2012

La responsabilidad de un líder



A menudo sin quererlo, nos encontramos con situaciones que cambian nuestra vida. Momentos puntuales que no buscamos; solo llegan.
A priori, resulta relativamente fácil identificar si el cambio es a mejor o a peor, pero en última instancia, eso solo depende de nosotros, de la actitud que tomemos.

Hay opiniones divididas acerca de a quién beneficia más el cambio de jugadores entre OKC y Houston (James Harden, Cole Aldrich, Lazard Hayward y Daequan Cook se van a los Rockets a cambio de Kevin Martin, Jeremy Lamb y tres elecciones del Draft del 2013). Pudiéndolo discutir largamente, si hay algo claro es que, más allá de equipos, quién sale más beneficiado lleva barba. Sí. James Harden.

El tercera espada de OKC se convierte en punta de lanza.

Muchos creían, me incluyo, que Harden era mucho más que un sexto hombre, un jugador que tuvo la fortuna y la desgracia de coincidir en el mismo equipo que Durant y Westbrook.
Harden sabía que se encontraba en un equipo grande, un equipo ganador del cuál formaba parte capital. Por ese motivo aceptó el rol de asesino desde el banquillo sin rechistar. Sabía que en ese equipo crecería y ganaría; algunas veces gracias a él, otras muchas gracias a sus compañeros.

En ese rol obtuvo un merecido reconocimiento: fue nombrado Mejor Sexto Hombre de la NBA. Pero este traje le venía demasiado estrecho a un jugador de calidad enorme. En OKC su techo no lo limitaba su talento, la culpa era más bien del número de minutos y el “inconveniente” de compartirlos con Durant y Westbrook. En Houston, este incómodo techo desaparece; ahora se puede erguir. 
Será diferente; él lo sabe. En el primer partido que disputó como Rocket ya demostró conocer el nuevo papel que deberá desempeñar en un equipo excesivamente joven (media de 23 años). Los números son clarificadores: 44 minutos de juego en los que hizo 37 puntos, 6 rebotes, 12 asistencias y 4 robos.

En su primer partido demostró una adaptación inmediata al nuevo rol; mucho más exigente. El mejor sexto hombre de la competición, se convirtió en el líder que su equipo necesitará partido tras partido. Tiró más que nunca. Prueba de ello son los registros personales que batió contra Detroit: número de tiros de campo intentados, y también encestados, así como el número de minutos que estuvo en pista, destrozando su anterior récord de asistencias.

En el siguiente partido, escaló hasta los 45 puntos (récord personal) se mostró incisivo y muy hiriente; penetró con determinación, la determinación de un líder.

Está siendo quién esperan que sea. En tres partidos, Harden ya ha batido muchas de las mejores marcas obtenidas en OKC, y las que le quedan solo son cuestión de tiempo. Cualquier cambio conlleva sus pros y sus contras, la virtud radica en saber anteponer los pros de la nueva situación. A esa capacidad algunos le llaman madurar; eso conseguirá esta temporada. 

En mi humilde opinión, quién mayor rédito va a sacar de esta unión es el mismo Harden pues crecerá como jugador y, sobre todo, como líder. En Houston, James Harden será la estrella que no podía ser en OKC, en los Rockets tendrá la libertad de hacer y deshacer a su antojo. En ese aspecto se igualará a las grandes estrellas de la liga. Pero su propósito debe ir más allá, su propósito debe ser convertirse en una de ellas; en eso está.

James Harden es un jugador de una calidad inaudita, una calidad que liberada del corsé que suponía OKC, crecerá desbordando las expectativas más optimistas. Houston lo ascenderá a las alturas, a una cota en la cual tan solo habitan las superestrellas.




En Houston demostrará que su techo aún no se vislumbra.

viernes, 26 de octubre de 2012

Un don nadie preparado



Hace unos meses vi este video y me causó un gran impacto. Será que yo soy especialmente sensible a ellas, pero el poder de sus palabras es incuestionable. Una obra que merece la pena difundir y, sobre todo, entender.
Ha sido un trabajo sesudo, pero he subtitulado el video al español, así todo el mundo de habla hispana podrá entender su mensaje. ¡Recomiendo encarecidamente su visión!


*Sinó los tenéis activados por defecto, deberéis activar los subtítulos.




Quiero aprovechar para agradecer públicamente el apoyo que me habéis dado algunos de vosotr@s, ya sabéis quienes sois; ¡Gracias! Espero que esta pequeña familia de noctámbulos siga creciendo; trabajaré para ello.


Si os gusta mi blog y los artículos que escribo seguidme en Twitter o pulsad “Me gusta” en el box-face, para mí significa mucho.
Por último, quiero animaros a dejar vuestros comentarios en los nuevos artículos que escriba, quiero que entre todos generemos debate, enriquecernos.

martes, 16 de octubre de 2012

Soñar despierto



Somos diferentes. Únicos. Nuestro código genético permite esta posibilidad. No ha habido, ni habrá, nadie como nosotros. Nadie como yo; como tú. Sin embargo, y yendo a contranatura, la sociedad nos empuja a ser iguales, a formar parte de un grupo, un todo que difumina al individuo. Afortunadamente podemos escapar de esta homogeneidad; podemos soñar. Es un derecho que ninguna ley nos podrá prohibir, allí somos libres, nuestros sueños son nuestros, solo nuestros, pero a veces se pueden compartir, a veces, incluso con el mundo.

Eso hizo Jeremy Lin: soñar. Soñó tantas veces el mismo sueño que, después de mucho esfuerzo y tenacidad, se volvió real.
Nadie podía esperar lo que sucedió, nadie excepto él. Lin luchó esperando la llegada de una oportunidad como esa. Nunca lo tuvo fácil, no obtuvo ninguna beca deportiva, ni fue drafteado, pero lo tuvo claro. El licenciado en económicas por la Universidad de Harvard sabía que tarde o temprano las cuentas cuadrarían. Así sucedió.

Una carambola del destino, una oportunidad imprevista, una ristra de casualidades e infortunios convergieron para que el soñador taiwanés pudiera despertar.
Mike d'Antoni, sobrepasado por una pésima trayectoria deportiva que no hacía más que empeorar (11 derrotas en 13 partidos), optó por darle una oportunidad; él mismo quedo perplejo de su descubrimiento.
Una franquicia histórica andaba perdida y sin rumbo, ni la llegada de entrenadores y jugadores que engrandecieron los equipos de los que procedían conseguían hinchar el balón de los Knicks. El aire nuevo que insuflaban al llegar a la gran manzana se volvía turbio a las pocas semanas. El exigente aficionado neoyorquino se desalentaba, y las ilusiones depositadas en los nuevos proyectos se diluían como un azucarillo en el café.
New York vivía el gris presente con resignación, pero de pronto alguien empezó a colorear el Madison. El 4 de febrero nació un fenómeno; el mundo empezó a soñar.

¿Quién es?... ¿De dónde ha salido?... Nadie lo conocía, pero a partir de entonces todo el mundo lo quiso hacer: a qué hora se ha despertado, qué ha comido, dónde ha dormido, con quién... Había un gran interés por conocer aquel enigma salido de la nada, creado por generación espontánea; nació un fenómeno. Jeremy Lin superó con creces el efecto que produjo en la comunidad asiática al fichar por Golden State, derribó la barrera racial y empezó a ganarse la admiración global.
En mi humilde opinión, asistimos a un fenómeno sin precedentes. Todos, del primero al último, nos sorprendimos; y maravillamos.

Liderados por un desconocido, los Knicks empezaron a ganar. Con un juego fácil, sin florituras ni complicaciones. Empezó a dirigir a un equipo huérfano de estrellas (Anthony y Stoudemire estaban fuera por diferentes motivos). A Lin no le dieron ninguna oportunidad, se la tuvo que ganar, y lo hizo sin miedo. No importaban los errores en el tiro ni las pérdidas de balón. Jeremy mostró un juego agresivo y, como no, inteligente.

Empezaron a aparecer muescas en su revolver. Su primera víctima fue Deron Williams, todo un All-Star al que propinó 25 puntos. Los Knicks ganaban, y él era el responsable. Un equipo por aquel entonces muy mermado y con escaso talento ofensivo empezó a ganar los partidos que con sus estrellas perdían. Seguían los partidos y el fenómeno crecía sin aturador. Nadie podía pararle. El número 1 del Draft del 2010 (John Wall) también cayó víctima del torbellino asiático. Imparable. Ni la sombra más corpórea de Jordan logró detener el fenómeno; en su enfrentamiento contra los Lakers, Lin metió 38 puntos, algunos de ellos bajo la defensa del mismísimo Kobe Bryant.
Un rey de reyes que había sucumbido, como tantos otros, ante aquel fugaz emperador. 

Nombrado Jugador de la Semana en la Conferencia Este con unos promedios de 27,3 puntos, 8,3 asistencias y 2,0 robos.

Diez días más tarde de haberse creado el fenómeno se le puso nombre. Con empate en el marcador Lin decidió que el partido acabaría sin demora, pues anotó sobre la bocina el triple que daba una nueva victoria al equipo neoyorquino. Fue después de lo sucedido en el Air Canada Center, con el fenómeno en plena expansión, donde se empezó a acuñar el nombre de Linsanity.

Los críticos empezaron a alabar al mismo jugador que un par de años atrás consideraron un fichaje publicitario de Golden State; lo era. Pero del mismo modo que también lo es ahora, la diferencia es que ahora se cumplirá el objetivo: será rentable. No solo su entorno ha cambiado, él tambien lo ha hecho. Necesitó cambiar para que su mundo cambiara.
Jeremy Lin fue listo. Adaptó su juego para sobrevivir en un hábitat que no fue creado para un chico como él. Sabía donde quería vivir, y adaptó su físico para poder sobrevivir a esa jungla. En una palabra: evolución.
Su cuerpo mutó. Se volvió más rápido y más fuerte. Su tenacidad trajo frutos: subió casi 7kgs de músculo; saltaba 10cms más alto y 15 más lejos. Mejoró su velocidad lateral en más de un 30%, duplicó el peso que era capaz de levantar y, por si fuera poco, cambió su mecánica de tiro. La mejora en tal variedad de aspectos le permitió estar preparado para cuando llegase el momento de salir a la cancha; demostrarse que no era el mismo.

El resultado de este crecimiento físico le ha permitido demostrar su talento como jugador de baloncesto, pero requería de esa evolución para poder hacerlo.
Ahora, después de firmar con Houston un contrato de 25 millones por tres temporadas (con posibilidad a una cuarta) Lin deberá demostrar que su nuevo contrato no está inflado y es el que se merece. Tendrá que volver a demostrar, a gran escala, que su fichaje no ha sido meramente un movimiento de mercado.




Un nuevo reto que conquistar; nada nuevo.